Page 12 - Tendencias 2022
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El ansia expansionista de Putin, aparte de crear un desastre huma-
nitario y abrir la espita de una hambruna en los países más pobres,
se ha colado en nuestra cotidianeidad más inmediata a través de
la inflación.
Un cúmulo de circunstancias, propiciado principalmente por el pro-
gresivo incremento de unos costes energéticos que ya habían em-
pezado a elevarse antes de la contienda, ha dado lugar a unos ni-
veles de inflación como no se habían visto desde las últimas
décadas del siglo pasado en algunos países.
Toda una tormenta perfecta para frenar la recuperación económica
en cuya parrilla de salida ya nos habíamos situado gracias al em-
puje de los fondos europeos de reconstrucción, orquestados para
paliar las consecuencias de la pandemia. Entramos en un bucle: el
precio de la energía y de las materias primas repercuten en los
procesos productivos, provocando la subida del IPC, deteriorando
la confianza de los mercados y frenando el PIB. La caída del poder
adquisitivo de los hogares redunda en la contracción del consumo
privado y en la disminución de la demanda.
Se ha puesto al descubierto el alto grado de interdependencias
generadas en el proceso de expansión de la globalización económi-
ca. Se han acelerado cambios en el tablero geopolítico a nivel
mundial, dando lugar a cierta involución deslocalizadora y a resuci-
tar el proteccionismo en torno a las cadenas de suministro.
Es el signo de los tiempos. De repente han vuelto a tomar relevan-
cia expresiones como “soberanía industrial” o “autoabastecimien-
to”. Primero la pandemia dejó al descubierto la falta de capacidad
para la fabricación propia de materiales básicos para luchar contra
el virus y el desabastecimiento de productos de primera necesidad.
Ahora la guerra vuelve a meter el dedo en la llaga y nos muestra
nuestra desnudez industrial frente al espejo.
Una crisis tras otra, y siempre con el mismo mínimo común deno-
minador: las consecuencias no impactan a todos por igual, se ceban
más en los que tienen menos. Así pasó en 2008, después con la
pandemia, y ahora mismo con la guerra, pues esta crisis está afec-
tando con una magnitud infinitamente mayor a los eslabones más
débiles.
Entramos en un bucle: el
precio de la energía y de las
materias primas repercuten
en los procesos productivos,
provocando la subida del IPC,
deteriorando la confianza
de los mercados y frenando
el PIB
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